¿Cómo Jesús, un profeta de galilea, llegó a ser considerado Dios? (VII)


De nuevo estoy frente a esta pregunta que considero la cuestión del millón en los estudios del Nuevo Testamento. Esta vez me gustaría apuntar a un elemento que los evangelios repiten de distintas maneras: Jesús es el nuevo Moisés. Para poder vislumbrar cómo la identificación de Jesús con Moisés nos conduce a la divinización del primero tenemos que contextualizar la reflexión en lo que podríamos llamar teología de la gloria. Como hemos visto en varias entradas, existen numerosos ejemplos en el A.T. y en textos apócrifos de transformaciones de personajes como producto de visiones que tienen como culmen la contemplación de la gloria divina representada como una figura humana sentada en un Trono. La transformación, como resultado de la visión, tiene dramáticas consecuencias en el rostro, cuerpo, y vestidos del vidente. Estos se vuelven replandecientes y brillantes como la luz.

Un ejemplo clásico de lo que hemos llamado teología de la gloria lo encontramos en el caso de Enoc quien sufre una impresionante metamorfosis delante del rostro resplandeciente, luminoso y caluroso de Dios. En 2 Enoc 37 se nos dice que Dios le ordena a uno de sus ángeles que enfríe el rostro de Enoc. Entonces un ángel aparece como congelado, blanco como la nieve, y sus manos frias como el hielo. Entonces el ángel hiela el rostro de Enoc, quien no podía soportar el terror que le producía el Señor, tal como no es posible soportar el fuego de una cocina y el calor del sol (22). Inmediatamente después Dios le explica a Enoc que helar su rostro había sido necesario porque sino nadie hubiese sido capaz de mirarlo a la cara (23) (porque su rostro reflejaría la gloria de Dios). Esta experiencia nos lleva invariablemente a la de Moisés al subir al monte Sinaí en Ex 34 de la cual, en el tiempo de Jesús, se especulaba mucho. Encontramos ejemplo de ello en Eclo 45,1-5; Test. Moisés 1,15; Ezek. Tramat.68-69; Filón Vit.Mos. 1.155-59; Sac.9; Post. 27-31; Gig. 49; 4Q374 frag.2 col. II; 4Q377 Frag. 1 recto coll II; Targum de Deut 30, 11-12; BT Shabb 88b-89ª; Deutoronomio Rabbah 11,3. Veamos algunos de estos ejemplos.

Ezequiel el Dramaturgo señala que a Moisés le fue revelada la gloria de Dios al recibir la Ley (45,3) ya que Dios se la dio cara a cara (45,5). En este encuentro Dios le hace escuchar su voz y le introduce en la nube oscura (45,5). Esta experiencia visionaria también lleva aparejada la transformación de Moisés por cuanto se le concedió la gloria de los ángeles , lo hizo poderoso y temido por sus enemigos (45,2), lo convirtió en sacerdote y mediador entre Dios y su pueblo (45, 5). Ejemplos de la literatura del Qumrán es 4Q377 Frag. 1 recto coll II donde se habla de la deificación de Moisés durante su ascensión al Sinaí. En las líneas 9-11 se contrasta la imagen del pueblo con Moisés. Mientras el primero se mantiene temblando y lejos de la gloria de Dios y de los magníficos truenos, Moisés estaba con Dios en la nube donde fue santificado y habló con su boca como un ángel, porque ¿ha habido un mensajero como él, un hombre piadoso como él? En este texto Moisés se asocia con un ángel y con el mesías de Dios. En primer lugar, la transformación de Moisés en ángel se afirma mediante la expresión estar en pie, levantar : Y en la tierra él se levantó en la montaña para enseñarnos que no hay Dios aparte de Él y ni roca como Él (línea 8). Filón de Alejandría menciona varios ejemplos de cómo Moisés asciende a los cielos y se transforma. En Sobre la vida de Moisés, i.158ss leemos: Además se nos dice que penetró (Moisés) en las tinieblas donde Dios estaba, es decir, en la inmaterial, invisible, incorpórea y arquetípica esencia de lo existente. Así conoció lo que está oculto a nuestra naturaleza mortal. En Preguntas sobre el Éxodo 2.4 leemos: el llamamiento al profeta desde arriba es un segundo nacimiento superior al primero. Esto porque el primer nacimiento está relacionado con el cuerpo y con los padres corruptibles, mientras que el segundo no es un compuesto sino que el alma aparece como soberana, cambia de una forma productiva a una improductiva, que no tiene madre, sólo un Padre que es Padre de todo. Como sea que la llamada de arriba o, como hemos dicho, el nacimiento divino ocurre (…) en el séptimo día, a diferencia del nacimiento de la tierra, que es corporal, mientras que el segundo viene del cielo y es sin cuerpo”. Esta imagen del segundo nacimiento tiene que ver con la experiencia mística de la transformación ante Dios. Se vuelve al estado previo al primer pecado. En Preguntas sobre el Éxodo cuando comenta Ex 24,9-11 dice: ¿Cuál es el significado de las palabras: «ellos aparecieron ante Dios en el lugar, y comieron y bebieron»? Significa que habiendo visto el rostro del Padre, no permanecieron en ningún lugar mortal, porque lugares como ése son impuros y están profanados, sino que emigraron a un lugar divino llamado Logos.

También tenemos fuentes tan antiguas sobre el carácter intercesor de Moisés como los evangelios. En el Testamento de Moisés (o Asunción de Moisés 1,14) el papel de intermediario de Moisés está establecido desde antes de la creación: En consecuencia, trazó su plan y paró mientes en mí, que desde el comienzo del mundo fui preparado para ser mediador de su alianza. Es interesante constatar que este rol de Moisés es muy parecido al de algunos ángeles que están en presencia de Dios de acuerdo a los textos de Hejalot. La cuestión es que cuando se nos presenta a Jesús como el nuevo Moisés hay que tener estos textos en el trasfondo, sobre todo para explicar la transformación de éste como resultado de su resurrección.

Por último, me imagino que más de algún lector astuto se habrá preguntado por la similitud que tienen estas tradiciones sobre la transformación-divinisación de Moisés en el Sinaí con la trasfiguración de Jesús en el Tabor....

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