El rey David entronizado en los cielos en las Hejalot Rabbati
El Apocalipsis
de David o Primer Apocalipsis es
un texto de las Hejalot Rabbati donde el rey David aparece como una figuramesiánica exaltada al modo de Jesús en los cielos P. Schäfer cree que
este texto fue incorporado en las Hejalot Rabbati (junto con las otras dos
apocalipsis presentes) por algún editor insatisfecho con las tendencias finales del
texto que diluye la importancia del mesías en relación a otras figuras
celestiales. En este Apocalipsis de David o Primer Apocalipsis un
gran ángel llamado Sasangi´el, al modo de Metatrón, le revela a R. Ismael los
castigos que recibirá Israel de manera periódica hasta que alcance el climax
con la destrucción del templo. Estas noticias producen que R. Ismael caiga
desmayado, lo que hace que el ángel Hadarniel (otro nombre para Metatrón) lo
tenga que revivir. Lo primero que ve R. Ismael son siete relámpagos de luz que brillan como uno. Esta es una
referencia a Ez 1,13 donde las cuatro
creaturas (o hayyot) delante del trono de Dios tienen apariencia de fuego y
relámpagos brillantes. Al igual que Ezequiel quien enfatiza el movimiento unísono de
las cuatro creaturas, el autor del Apocalipsis
de David habla que los relámpagos de luz están dirigidos hacia mi amado (de Dios), haciendo
referencia al Cantar de los cantares (lo que nos recuerda cómo Jesús es
mencionado por Dios en el bautismo y en la transfiguración). El amado
no es otro que David, el Mesías-Rey. Esto es bien interesante porque el amado en el Cantar de los cantares no
es otro sino Dios mismo. ¿Por qué se le aplica a David un título divino?
Pareciera que en el Apocalipsis de David quisiera
predicar del mítico rey judío características que le pertenecen a Dios.
Esta
entronización de David echa andar una especie de liturgia celestial a través de
la recitación de himnos y alabanzas.
Comienza con una antífona: Entonces David comenzó diciendo: “El Señor
será rey por siempre, tu Dios, Oh Sión, por todas las generaciones, Aleluya!”
(Salm 146,10). Le sigue Metatrón y
su ejército celestial recitando Is 6,3: “Santo, santo, santo es el Señor de
los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria”. Los Hayyot también alababan diciendo:
“Bendita es la gloria del Señor desde este lugar” (Ez 3,12). Y los reqi´im (cielos)
decían: “El Señor será Rey, etc” ( Salm 146, 10). Y la tierra dice:
“El Señor fue un Rey (Salm 93,1), el Señor es Rey (Salm 10,16), el Señor será
Rey por siempre” (Ex 15,8). Y todos los reyes de la casa de David dicen: “El
Señor será Rey sobre toda la tierra” (Zac 14,9). En otras palabras, David
ha entrado en el Templo, donde Dios aparentemente está sentado en su trono, se
sienta con atributos divinos en frente a Dios y le alaba proclamándolo único
Rey en la historia de Israel.
Hay
elementos interesantes en el Apocalipsis de David o Primer Apocalipsis de
las Hejalot Rabbati. En primer lugar la importancia del Salmo 146 en el
texto está relacionado con el Salmo 22 que es el que entona Jesús cuando entra
en el templo celestial de acuerdo a la Carta a los Hebreos. Segundo, en
el Apocalipsis de Juan encontramos el mismo esquema, a saber, el
visionario entra en el templo celestial (al modo de R. Ismael) y contempla a
Dios sentado en su trono celestial y a una enigmática figura (el cordero=el
Hijo del Hombre=el Mesías= Jesús) que es
descrito como vistiendo un largo vestido y con sus cabellos blancos y sus pies como bronce ardiendo (Dn 7
y Ez 1). En otras palabras, Juan tiene una visión donde el Hijo del Hombre es
identificado como alguien al modo divino…lo mismo que la visión de Ismael en
relación a David. La diferencia está en que en el Apocalipsis de David el
héroe se sienta en un trono frente a Dios; mientras que en el Apocalipsis
de Juan el cordero comparte el trono de Dios. Pero el resto,
especialmente los himnos al modo de liturgia celestial, comparten una misma
estructura. Para más detalles: Peter Schäfer, The Jewish Jesus, p.
85-94.
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