Conociendo a los Fariseos: Pablo de Tarso.

En otra entrada estudiamos a Pablo antes deSan Pablo, esto es la vida del apóstol como fariseo antes de su conversión. En aquella entrada veíamos que lo que caracterizaba su ser fariseo era el celo y la irreprochabilidad en el cumplimiento de la Ley, especialmente en todo lo que distinguía al judío como pueblo elegido (teología de la Alianza) en relación a los paganos a quienes se les asociaba con la idolatría y la inmoralidad sexual. Lo que distinguía a los judíos de los paganos desde el punto de vista paulino era principalmente la  circuncisión, el sábado, y la pureza. Cabe preguntarse, ¿coinciden estas características paulinas con lo que sabemos a través de otras fuentes de los fariseos? 

Comencemos reconociendo que no es mucho lo que sabemos sobre los fariseos. Una de las razones es que las fuentes con las que contamos no son muy imparciales al momento de describirlos. Por ejemplo, el NT se refiere a ellos como personas muy preocupadas de detalles técnicos de la Ley (Mt 23,23-28; Lc 11,37-44);  como hipócritas preocupados de la opinión de la gente y que cargan a los demás de responsabilidades que son incapaces de asumir (Mt 23,4); reconocen junto a la ley escrita, la ley oral (o tradición de nuestros padres) (Mc 7,5; Mt 15,2; Gal 1,14); les preocupa el cómo reconocer al mesías (Mc 12,35-37) y cómo plantearse ante la autoridad romana (Mc 12, 13-17). Ahora bien, a pesar de estos prejuicios (propio de peleas entre grupos más bien cercanos), los temas que interesan a los fariseos en el NT coinciden en gran medida con los que desarrollarán los rabinos en el futuro: la comida, los impuestos, la agricultura, las fiestas religiosas, la pureza y el matrimonio. Esto no quiere decir que los rabinos procedan en línea directa de los fariseos, puesto que hay que considerar también las influencias sacerdotales y escribas, pero algo de eso hay.

Uno esperaría encontrar más información sobre los fariseos a partir de la propia literatura rabínica, sin embargo esto no es así. En general la literatura rabínica posterior es escueta al hablar de los perushim, algunas veces, incluso, es crítica y les acusa de hipocresía. Sin embargo, es necesario llamar la atención al hecho que dos protagonistas de la mishna, Gamaliel y su hijo Simón, son caracterizados como fariseos. Además la mayoría de los temas subrayados en la mishna son los que interesaban más a los fariseos: fiestas, pureza, impuesto, agricultura, matrimonio, comida. Hay una preocupación de llevar estos temas más allá de los límites del templo…a la vida ordinaria de la gente. Hacer de Israel un pueblo santo y sacerdotal.  No se puede negar una continuidad entre los fariseos y los rabinos…pero ojo, no es una continuidad matemática. El rabinismo es un fenómeno nuevo, una refundación del judaísmo (como lo fue el cristianismo), que bebe también de fuentes sacerdotales y escribas (el estudio de la ley, por ejemplo, era una característica sacerdotal y escriba). En cuanto a Josefo recordemos que él mismo fue fariseo por un tiempo cuando tenía 19 años (Vida, II, 10-12). El hecho que Josefo nos informe tan poco de los fariseos a lo largo de su obra hace dudar a algunos estudiosos de la veracidad de su pasado fariseo. Como sea, hay varios textos breves, en los que se refiere a los fariseos: Guerras Judías  1.5. 2-3, 110-104; 2. 8.14, 162-163.166; Antigüedades 13.10. 5-7, 288-299; 13.15.5-16.6, 398-432; Vida 38, 190-191, etc. En estos textos se caracteriza a los fariseos como cuidadosos intérpretes de la ley; con una profunda creencia en la providencia de Dios; que aceptan una ley propia y distintiva además de la mosaica; que buscaban el poder político, en la mayoría de los casos sin éxito, aunque con la notable excepción  de la influencia ejercida durante el reino de Alejandra Salome; creían en la inmortalidad del alma y la vida después de la muerte (quizás más bien en la resurrección).  

Los temas paulinos en relación a la distinción judía de los paganos, sí es una aproximación acertada para entender más el fariseísmo del tiempo de Jesús. Para más detalles: Lester L. Grabbe, An Introduction to Second Temple Judaism, p. 53-57


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