La Circuncisión para Josefo

En una entrada anterior vi la necesidad de la circuncisión para los prosélitos judíos al rededor del cambio de era y para Filón. Este no es un tema trivial al momento de analizar las cartas paulinas. Me gustaría aportar nuevos textos a este debate. Primero entendamos el contexto: la conversión al judaísmo en la antigüedad era mucho más que un acto de piedad. Era la incorporación a un nuevo pueblo. Una nueva forma de sociabilización marcad por la Ley de Moisés y que se distinguía de las costumbres griegas y bárbaras. No era sumar una deidad más (como podría ser Isis o Dionisos) a un conjunto de dioses a los que la persona podía ser devota. Era la adopción de nuevo ethnos, con todo un conjunto de creencias y ética que implicaba. Es en este contexto donde cabe preguntarse sobre la circuncisión como condición de entrada al pueblo judío por parte de los gentiles. Y es que la circuncisión era la marca nacional por excelencia del pueblo Judío (Gn 17 9-14), de allí que en la revuelta macabea ésta se convirtiese en el símbolo de resistencia contra las tendencias helenísticas. Con todo, autores como Josefo no son del todo contundentes al respecto.

Para el historiador la circuncisión es la marca distintiva de la identidad judía (Ant. 1.192-193, 214; Ag.Ap 1.171). A pesar de ello cuando cuenta la historia de rey Izates y su madre Helena, que adoptaron las prácticas judías, proporciona datos contradictorios. Por una parte, Izates es aconsejado por Ananías, un comerciante judío, en el sentido que no necesita circuncidarse. Una segunda opinión, sin embargo, la de Eleazar el Galileo le indica que la circuncisión es absolutamente necesaria. Josefo, aclara más adelante que la opinión de Ananías implicaba que Izates podría adorar a Dios sin ser circuncidado (Ant. 20.41). Y es que para Ananías el adorar a Dios contaba mas que la circuncisión  (Ant. 20.38). ¿Es ésta la opinión de un judaísmo helenista del tiempo de Josefo? No es del todo claro, después de todo Ananías nunca dice que el sólo adorar a Dios hace de Izates un judío. El mismo rey Izates nunca se consideró un judío a no ser que circuncidara. Cuando Eleazar entra en escena recrimina duramente a Izates, precisamente porque el no circuncidarse era imperdonable.

Lo que podríamos concluir entonces es que de acuerdo a Ant. 20.34-48 la circuncisión es el paso definitivo de pasar de ser un simpatizante o temeroso de Dios a un judío. Esto no quiere decir que un temeroso de Dios no pudiese compartir la salvación de los judíos. Enfatizando la necesidad de circuncisión para Josefo veamos que éste nota que los idumeos fueron llamados judíos sólo cuando se sometieron a la circuncisión y la forma de vida judía (Ant. 12.258). De hecho, los mismos herodianos siempre enfatizaron en la necesidad de la circuncisión en sus políticas maritales con príncipes gentiles (Ant. 16.225; 19.355; 20,139. 145-146).  Para ser judío había que ser circuncidado. No hay otra. El punto es otro para los primeros cristianos. La lógica que opera es la de la salvación ya y ahora a través de la aceptación del mesías. Si la circuncisión no es requisito para ser salvado (sí lo es para pertenecer al pueblo judío), ¿para qué circuncidarse? Para más detalles: Crossing over Sea and Land, p. 29-36.


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